La crisis económica mundial no llegará a su fin hasta que no se solucione el problema madre: los activos tóxicos basados en las hipotecas morosas que actualmente están en manos de bancos norteamericanos. El problema es que los bancos tienen grandes cantidades de activos que compraron a, digamos, 100, pero que, hoy en día, sólo pueden vender a un precio irrisorio de, digamos, 2. A pesar de que podían haber vendido ese precio, los bancos se han negado durante meses por dos razones. Primera, porque pensaban que si vendían a 2, incurrirían en unas pérdidas tan grandes que podrían acabar significando su quiebra. Y segunda… porque los banqueros, que son gente muy lista, sabían el gobierno acabaría comprando la deuda, con dinero de los contribuyentes, a un precio muy superior a 2.
¿Cómo? ¡Si el gobierno de Barack Obama ha jurado y perjurado que no utilizará impuestos para subsidiar a esos banqueros egoístas cuya codicia ha causada, según el propio presidente, la actual situación de crisis financiera mundial! Pues bien, mis queridos lectores: el plan de compra de activos tóxicos propuesto por Barack Obama es una estratagema camuflada que utiliza el dinero de los contribuyentes para permitir que los bancos recuperan casi todo el dinero que en su día utilizaron para comprar los activos tóxicos que están causando todos nuestros problemas.
El plan de rescate de Obama funciona de la siguiente manera: se crea una especie de sociedad público-privada en la que algunos fondos de inversión privados ponen 30.000 millones, el gobierno pone 150.000 millones. Con esos 180.000 millones como garantía, la sociedad público-privada pide un préstamo al FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation, la institución pública que garantiza los depósitos de los bancos) de 820.000 millones por lo que la sociedad dispone de 1 billón de dólares para invertir. Es importante señalar que el crédito de 820.000 millones es “non-recourse”, es decir, que si las inversiones que hace la sociedad público-privada no funcionan, no van a tener que devolver el dinero y los inversores privados solamente van a perder los 30.000 que han puesto de su bolsillo. Pues bien, con ese billón de dólares, la sociedad público-privada comprará los activos tóxicos de los bancos. El precio lo dictará el mejor postor mediante subasta. Una vez determinado el precio, la sociedad público-privada comprará los activos y los guardará hasta que haya pasado la crisis. La idea es que el gobierno se aproveche de la “sabiduría” de los inversores privados para que el contribuyente no pague un precio excesivo por unos activos tóxicos.
Sobre el papel, y tal como dice Obama, este plan no representa ningún subsidio público a los bancos. ¿Correcto? Pues no. Incorrecto. El plan no sólo es un enorme subsidio sino que permite que los bancos recuperen todo el dinero malgastado en activos tóxicos con cargo al contribuyente. Para entender por qué, imaginemos que Citigroup tiene activos tóxicos que compró por valor de 1 millón de dólares. Imaginemos, para simplificar, que la probabilidad de que esos activos acaben pagando dividendos es el 2%. Esos activos, pues, tienen un valor de mercado de 20.000. Si yo fuera directivo de Citigroup, sin embargo, crearía una sociedad paralela para participar de la sociedad público-privada que va a entrar en la subasta para determinar el precio de los activos tóxicos (he leído el plan de Obama de arriba abajo y… ¡no hay nada que prohíba a Citigroup hacerlo!). Una vez en el centro del meollo, la sociedad de nueva creación entra en la subasta y decide ofrecer un precio de 1 millón. Los inversores externos saben que esos activos sólo valen 20.000, no entran a competir por la subasta por la que se le adjudica a la subsidiaria de Citigroup. Citigroup recupera el millón original. ¿Quién los paga? Pues, según el plan, 30.000 los pone la empresa subsidiaria (es decir, el propio Citigroup), 150.000 los pondrá el gobierno (es decir, el contribuyente) y el resto lo pondrá el crédito del FDIC. Ahora bien, como pasados unos años, la nueva sociedad verá que esos activos por los que han pagado 1 millón valen sólo 20.000 dólares, incurrirá en pérdidas, no podrá devolver el crédito al FDIC. Pero como el crédito era sin recurso, resulta que la nueva sociedad no lo tiene que devolver por lo que el dinero puesto por el FDIC (es decir, por el contribuyente), acabará financiando el resto de la operación. Resumiendo: Citigroup recupera el millón de dólares que había pagado originalmente y, de ese millón, 30.000 lo paga el propio Citigroup y los restantes 970.000 euros los pagan el contribuyente.
Es decir: diga lo que diga el flamante nuevo presidente de los Estados Unidos, su “sofisticado” plan de rescate no es más que una burda compra de activos tóxicos a su precio original con cargo al contribuyente. Lo que nos devuelve al párrafo original: ¿Por qué no querían vender los bancos a 2 una cosa que habían comprado a 100? Pues muy sencillo: de alguna manera anticiparon que el papá estado no los iba a dejar a la estacada y que, de una forma u otra, iba a acabar comprando el fruto de sus pecados a un precio superior a 2. Lo que estoy seguro que no se esperaban es que el izquierdista Obama les acabaría dejando recuperar casi todo, repito casi todo, lo invertido. No hay que sorprenderse pues, de que las bolsas de todo el mundo celebraran con importantes subidas tan generoso regalo.