El comentario de Ruth diciendo que Charles Darwin tiene parecido a Adam Smith me ha hecho pensar. Y creo que tiene razón. Se parecen no en el hecho de que fueran escoceses (Darwin era inglés) sino por otras dos razones distintas: Primera, ambos vieron algo que, una vez se explica, es obvio pero antes de explicar, parece imposible (ése es el genio de los sabios: ver lo que a la postre es obvio pero que nadie ha visto antes que tu). Y segunda, ambos llegaron a la conclusión que el mecanismo que hace funcionar sus mundos (el económico en el caso de Smith, el biológico en el caso de Darwin) es la competencia y no la planificación centralizada o divina.
Darwin ni descubrió la evolución de las especies ni fue el padre de la idea evolutiva. En la Inglaterra del siglo XIX ya había mucha gente que hablaba de evolución (de hecho, uno de los más famosos era el propio abuelo de Charles Darwin). Lo que Charles Darwin descubrió fue el mecanismo a través del cual esa evolución tenía lugar: la competencia de las especias por sobrevivir!. Una de las teorías de la evolución más ampliamente aceptadas de la época era la teoría Lamarckiana (de Jean Babtiste Lamarck) según la cual los organismos tienden una tendencia natural a buscar la perfección y, en esa búsqueda, los organismos cambian hasta adaptarse al medio natural. Esa es la teoría que todavía muchos piensan que es la base de la evolución: si los hombres no utilizamos el dedo pulgar, ese dedo se irá reduciendo de tamaño hasta desaparecer.
El genio de Darwin no está, insisto, en descubrir que todos los organismos descienden de un mismo organismo unicelular sino en el mecanismo de la “competencia por sobrevivir”. Si en el polo norte hay osos polares blancos y osos violeta, sólo los blancos van a sobrevivir porque los violeta van a ser vistos fácilmente y van a ser presa fácil de los depredadores. Conclusión, en el polo norte sólo habrá osos blancos. El otro gran mecanismo descubierto por Darwin es el de la “selección sexual”: para explicar por qué algunas especies sobreviven y otras no, uno tiene que entender por qué unos se reproducen y otros no. Pues bien, a partir de la observación empírica, Darwin dedujo que las hembras se sentían atraídas por determinados tipos de macho y viceversa. Los tipos que no tienen atractivo sexual no se van a reproducir. Dice Darwin que llegó a esa deducción a base de observar las plumas del pavo real. Unas plumas bellas pero que en teoría interferían en las labores de conseguir comida y sobrevivir… pero que eran atractivas para las hembras de la especie, por lo que los machos con plumas largas y bellas se reproducían más que los demás. Conclusión: las especies que observamos son las herederas de los machos con bonitas plumas.
Cómo alguien pudo llegar a esa brillante idea sobre estos mecanismos de selección natural es realmente increíble, sorprendente y es un testimonio del genio de ese hombre. El descubrimiento es todavía más estratosférico y más increíble si tenemos en cuenta que Darwin no sabía lo que eran los genes (Gregor Mendel no descubrió su teoría de los guisantes hasta mucho después), ni el DNA (que no se descodificó hasta finales del siglo XX) y que la sociedad de esa época creía mayoritariamente que Dios había creado todo a su imagen y semejanza: las cosas aparecen perfectas porque las ha hecho Dios, pensaban en aquella época.
Lo cual me lleva a un último aspecto digno de admiración de Darwin. Como buen científico, siguió la lógica de sus descubrimientos hasta las últimas consecuencias, contra viento y marea, aunque éstos molestaran a la sociedad donde vivió o fueran objeto de escarnio por parte del establishment científico del momento. Darwin, como muchos de los otros grandes científicos de la historia, cambió el paradigma, cambió la manera de pensar de toda la biología. Hasta entonces, la biología era una mera recopilación y catalogación de especies. A partir de Darwin, la ciencia biológica se convirtió en la búsqueda del por qué los animales y las plantas tenían las características que tenian. Lógicamente, ese enorme cambio hizo que sus contemporáneos vieran inicialmente sus ideas como un sacrilegio. La grandeza de la ciencia (y lo que la distingue de la religión), es que se puede testear y una vez hechos los tests pertinentes, se puede validar o rechazar. Y la evidencia posterior validó la gran aportación de Darwin a la civilización humana. Claramente, una de las mejores contribuciones de todos los tiempos.