Poco antes de la cumber del 9 de Diciembre, el Banco Central Europeo (BCE) anunció que a partir del 21 de diciembre, facilitaría el crédito a los bancos privados de toda la eurozona. En particular, aumentaría los activos de esos bancos que se pueden utilizar como garantía para obtener créditos del BCE, bajaría el tipo de interés de esos créditos y aumentaría el periodo de devolución a tres años. En otras palabras, el BCE concede créditos casi ilimitados y muy baratos a todos los bancos de la eurozona. El objetivo es que esos bancos tengan acceso a dinero que luego pueden prestar a empresas y consumidores para evitar de ese modo que la economía colapse por culpa de la falta de crédito. La incertidumbre sobre los balances de los bancos europeos ha hecho que, últimamente, éstos no se presten los unos a los otros por lo que el mercado interbancario prácticamente había desaparecido y, efectivamente, Europa corría el riesgo de tener que cerrar miles de empresa por falta de crédito.
Además, el BCE, en cooperación con la Reserva Federal Norteamericana concede créditos a bancos europeos en euros o en dólares.
Al mismo tiempo que el BCE anunciaba esa nueva política de facilitación crediticia, también anunció que NO compraría deuda soberana (es decir, deuda de los gobiernos).
Resumiendo, el BCE ha abierto el grifo de euros y dólares pero solo para conceder créditos baratos a tres años a los bancos. No a los gobiernos.
No hace falta decir que los bancos de toda Europa se han apresurado a aprovecharse de esa ganga pidiendo prestado cientos de miles de millones de euros y dólares en pocos días (sólo el día 21 de diciembre se concedieron cerca de 400.000 millones de euros).
La pregunta es: ¿Y qué harán los bancos con ese dinero? ¿Estamos seguros de que lo van a utilizar para conceder créditos a empresas faltas de liquidez? La respuesta es: seguramente no.
Una parte del dinero fácil va a ser utilizada para refinanciar deudas que hasta ahora tenían que pagar a tipos de interés elevados. Otra parte se la van a guardar a la espera de ser utilizado a lo largo del 2012 para pagar las deudas que vayan venciendo.
Pero otra parte va a ser utilizada para comprar deuda soberana (una operación que, en la jerga financiera, se llama “carry trade”). Cabe recordar que el rendimiento de la deuda Española o Italiana es del 5% y 6,5% respectivamente por lo que los bancos pagarán un 1% y recibirán un 5 o 6,5% por el mismo dinero. Eso tendrá dos consecuencias. La primera es que el dinero del BCE acabará financiando deuda soberana aunque el BCE haya dicho explícitamente que no comprará deuda pública. La segunda es que la exposición de los bancos a la potencialmente tóxica deuda pública va a aumentar lo cual va a agravar todavía más las potenciales consecuencias sobre el sector financiero de un quite de la deuda pública: cuanta más deuda soberana tengan los bancos, más catastróficas van a ser las consecuencias de una reestructuración de la deuda pública ya que más bancos van a quebrar si se reestructura.
De hecho, en 2008 el BCE ya ofreció cantidades ingentes de dinero barato a los bancos para inyectar liquidez en el sistema financiero durante la primera ola de la crisis financiera. Los bancos cogieron ese dinero y compraron bonos soberanos. La diferencia entre 2008 y 2011-12 es que entonces los bonos del estado se percibían como una inversión segura. Hoy no. Hoy todo el mundo sabe que hay una probabilidad no insignificante de que los gobiernos no paguen. Los bancos inteligentes van a tener en cuenta este riesgo y no se van a dedicar a pedir prestado al BCE al 1% para prestar a los gobiernos al 5%.
Claro que después de las locuras que hemos visto en los últimos años, no se puede descartar que algunos bancos se comporten de manera no inteligente.