El gobierno de España presentó sus presupuestos para 2013. En los últimos años ha sucedido que, en el momento de ser aprobados por las cortes, los presupuestos españoles ya eran obsoletos porque se basaban en unas premisas macroeconómicas demasiado optimistas. Los presupuestos que se presentaron ayer no van a ser una excepción.
Primero, los presupuestos de 2013 se basan en la idea de que el déficit de 2012 cumplirá sus objetivos del 6,3%. Hasta hoy, los objetivos de 2012 no se están cumpliendo y mucho tendría que cambiar la cosa para que el objetivo se cumpliera. Si no se cumple, entonces para conseguir cumplir el objetivo de 2013 (que es de 4,5% del PIB), los recortes del año que viene van a tener que ser mucho más grandes de los presupuestado en el documento presentado ayer.
Segundo, las perspectivas de crecimiento utilizadas para estimar los ingresos del estado para 2013 son excesivamente optimistas. Se estima que conjunto del PIB caerá solamente en un 0,5%. El argumento es que la gran caída de la demanda interna será compensada por un crecimiento enorme de las exportaciones de manera que la diferencia será del 0,5%. Más que una previsión eso parece un deseo porque los motores de la economía mundial se están desacelerando: los socios del norte de Europa se están desacelerando y están entrando en recesión, China ya anunciado que el crecimiento este año será uno de los más bajos de la historia reciente y los Estados Unidos experimentará una caída automática del gasto público y un aumento automático de ingresos cuando entren en vigor, en enero de 2013, los recortes que se acordaron en 2011 para evitar la parálisis del gobierno. Este “precipicio fiscal” tendrá efectos recesivos en la primera economía del mundo. En este contexto de desaceleración mundial, ¿exactamente a quien le va a vender España todas esas exportaciones para evitar que la caída del PIB sea mayor del 0,5%?
Tercero, teniendo en cuenta que es muy probable que España tenga que pedir un rescate en las próximas semanas y que ese rescate va a ir ligado a una supervisión rigurosa por parte de la troica (FMI, CE y BCE), y teniendo en cuenta lo dicho en el primer punto en el sentido de que los recortes para el 2013 tendrán que ser mucho mayores que los presupuestados, la consecuencia será que el crecimiento de la demanda interna española será todavía mucho menor de lo estimado. Esta es otra razón por la que es altamente improbable que la tasa de crecimiento esperada por el gobierno sea solamente del -0,5%. Analistas internacionales apuestan más bien por entre un -1% y 1,5%. Si eso es así, los ingresos del estado serán menores que los esperados, los recortes deberán ser mayores y España acentuará el espiral recesivo en el que se encuentra, pareciéndose cada día más a Grecia.
Como aspecto positivo cabe señalar que parece (digo PARECE, porque hasta que no se implemente eso nunca se sabe) que esta vez los recortes de gasto corriente van en serio. Hasta ahora, el gobierno repleto de funcionarios había estado protegiendo a los funcionarios públicos de los recortes (incluso el recorte de la paga de Navidad no era tal sino que era simplemente un posponer la paga un par de años).
La evidencia empírica dice que los recortes de déficit agravan las recesiones. Ahora bien, las caídas de PIB son mucho más graves si los recortes se hacen a través de aumentos impositivos que si se hacen a través de recortes de gasto. Hasta ahora el gobierno se ha dedicado a subir impuestos. Y así ha ido.